Historia de hotel:lobby

Era una noche de bar, como tantas otras que había tenido. Ella se encontraba sentada cerca de la barra con las piernas cruzadas. Traía un vestido, lo recuerdo bien por que se lo quite, por sus piernas había un camino que seguir, dejando todo a la imaginación.
Tomaba en sorbos su copa.
Le pregunte al mesero que tomaba aquella dama.
-una bebida rara
Ordené que cuando terminara esa copa mandara una de mi parte.
La seguí admirando. Después de la locura de sus piernas; estaban sus pechos firmes, discretos, te invitaban a sumergirte en ellos y comértelos.
Terminada su bebida, en seguida le llego la otra, al parecer no la quería recibir porque se retiraba. Esperaba el rechazo.
La aceptó cuando el mesero me señalo. Hizo un gesto de agradecimiento. Pasaron unos minutos y me invito a su lado.
Me tomé mi tiempo, no quise verme desesperado. Mientras me acercaba pude ver más allá de sus piernas.
De la manera mas delicada tome su mano y la bese; una señal de saludo.
Me dijo su nombre.- (mas bien, no recuerdo su me lo haya dicho).
Más bien fue un susurro.
Tenía una risa sencilla y encantadora, era de san diego, venia de paso. Pasaron horas y las bebidas se acabaron, ella se encontraba ruborizada. Me ofrecí acompañarla a su hotel, accedió. Íbamos por mi carro, pero prefirió caminar.
Llegamos a su hotel.
En la puerta me despedí, titubeo y me invito a subir, al final de cuentas era lo que buscaba. Subimos.
Destapo el minibar, sacando dos botellas diminutas de whisky, las tomamos entre pláticas, fumó un cigarrillo.
La luz tenue de la luna iluminaba su rostro, me provocó besarla, no me quitó.
La tome de los hombros, la acosté en la cama besándola, después siguió su cuello, los hombros, sus pechos.
Su respiración empezó acelerarse.
Mis manos ágilmente pasaban de sus pechos a sus piernas.
Se levanto y se puso enfrente de mi, su espalda para mí.
Le desabroche el vestido y lo deslicé hasta donde su espalda terminaba, ahí le bese y mis manos la rodearon.
Toque nuevamente sus pechos, los masaje un poco. Mi mano bajo hasta su vientre y acaricie su sexo. Le acariciaba mientras le besaba la espalda.
Sin decírselo le metí un dedo, dos, tres.
Jadeaba, jadeaba sin parar.
La estuve dedeando hasta que se canso.
Poco a poco le desprendí el vestido de su cuerpo; desnuda.
Nuevamente uno, dos, tres dedos, lo hice sin parar.
Me arrancó la camisa, rompiendo un botón. El pantalón lo bajo ágilmente, me dejo desnudo rápidamente, empezó a sobar mi pecho, mis piernas, mi pene.
Lo hacia desesperadamente, arriba-abajo, arriba-abajo.
Sentí como su lengua jugaba con la punta.
Me vi con la necesidad de devolver el favor, la voltee y la metí la lengua entre sus piernas, en medio de ellas. Hasta el momento, había probado pocas, pero esta era única.
Me emociono su sabor, hasta que seguí chupando y metiendo la lengua hasta donde llegara.
Me aventó.
Se subió arriba de mí.
Lo hizo una y otra vez.
No tenía control de mí, ella lo hacía, arriba-abajo, arriba-abajo.
Su pelo suelto caía sobre sus hombros y sus pechos rebotaban suculentamente.
Gritaba-jadeaba-gritaba.
Terminó. Terminé.
Solamente pasaron unos minutos al parecer no fue suficiente.
Se volvió a montar, pero yo la quite y me subí arriba de ella.
Gritaba: “no pares… dont stop”
Seguí frenéticamente, con un deseo interminable.
Ella me paró, se fue al baño, su puso frente al espejo, me dijo: házmelo ya!
La tome por la cintura, la recline hacia delante y se lo hice.
Lo hice fuerte, suave, rápido, sin parar un solo segundo.
Sus gritos solamente hacían que siguiera.
Fuerte, suave, sin parar. Le manoseaba sus nalgas. Fuerte. Suave. Sin parar.
Me retiro.
Me aventó a la cama, y fue mas agresiva que la vez pasada, lo hacia mas rápido.
Más perfecto. Más sensual.
Cojía a un ritmo impresionante.
Quise cambiar de postura, no me dejó.
Seguía arriba, seguía sin parar, fue algo único.
Estrellas. Luces. Quejidos. Jadeos. Un torbellino de calor.
El sudor bajaba por mi cara, sentí una explosión.
Grite. Grite.
El calor nuevamente y me corrí.
Me corrí dentro de ella. Lo sintió
Gimió. Explotó. Gritó
Apenas le veía el rostro, después…
Después todo fue oscuridad.

Un sabor amargo en mi boca y el olor a sexo me despertaron, amanecí en una cama vacía.
No recuerdo su nombre.
Más bien, fue como un murmullo.
Quizás cuando el mesero me vino a decir la cuenta, ella me dijo su nombre
La mejor noche sin saber su nombre, simplemente no estaba.
Antes de que mi memoria olvidara esto, lo apunté en cientos de servilletas del hotel.
Creo que empezaba con I o Y.
No me dijo su nombre

Comentarios

  1. Me gusto esta estoria mushisimo...cada linea ke iva leyendo iva pasando por mi imaginacion....me agrada en la forma ke la relatas...muy bien amigo....sigue azi y dentro de poko seras un gran escritor reconocido....Felicidadezzz!!!

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  2. Que sexoso. Siempre me ha gustado como escribes. Besos♥

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