Una Maquina(snd)
En la vigilia de una puerta que daba acceso
a una bodega, pase las noches de mis días, los ruidos de dentro en las primeras
noches me estremecían , pero conforme el tiempo paso estos ruidos fueron siendo
menos a mi persona; nunca mire personas.
Cabe decir que la bodega se encontraba en
las orillas de un panteón, solo una barda los dividía, pero desde el lugar de
mi silla había un pequeño espacio donde se miraba a campo abierto el panteón iluminado
por la luna.
De pronto una noche, unos aullidos se escuchaban y poco a poco subían de tono, de tiempo a tiempo
estos hacían descargar un hilo de electricidad por mi espina dorsal. Seguido de
esto lo inimaginable uno a uno los cuerpos brotaban del suelo, nada era normal
esa noche, ni el graznar de los cuervos era sencillo, era más bien un lamento
proveniente de mas allá de nuestra imaginación. Si hubiera tenido la
oportunidad de elegir un día para morir, este hubiera sido el día, sin embargo
la noche junto a la neblina no me lo cumplió, les he de confesar que hubiera
preferido morir al instante que soportar la experiencia que me hicieron vivir
los aullidos, los graznidos, y los cuerpos que uno a uno aun brotaban.
El horror junto al fétido olor que brotaba
de aquel doctor, persona que en mis 10 años de vigilar este punto jamás había visto,
pero al parecer sabia todo de mi, los gritos , los lamentos, los rasguños en su
cara por la desesperación de no poder y querer decirme algo. Me encontraba
horrorizado, los pequeños hilos de sangre recorrían su rostro, teñían de rojo
la abundante barba que adornaba su cara, enmudecido cayó al suelo, muerto o
desmayado nunca lo confirme; y la puerta que tantos años cuide la dejo abierta.
Preso de mi pánico o quizás impulsado por mi
curiosidad, no cerré la puerta.
Me quede parado unos minutos afuera sin ni
siquiera atreverme a mirar que había dentro.
Cuando de pronto un aullido, algo más que un
lamento, algo alto y sonoro retumbo en las paredes.
No sé cuánto tiempo pase sentado al lado de
aquel cuerpo que jugaba a ser cadáver, pero un murmullo de aquel hombre de bata
blanca me atrajo al momento, solo dijo,-tus miedos-, exhalo un suspiro, que era más que un alivio
de un dolor que se extinguía, y los aullidos cesaron.
Me puse de pie para caminar directamente
hacia la puerta y los ruidos iniciaron, pero estos ya no eran aullidos, se
escuchaba diferente.
Era un ruido algo familiar, por alguna
extraña razón hacian estremecer cada poro de mi piel, un miedo empezó a
paralizarme. Sin saber cómo, me acerque al ruido que se iba intensificando
conforme me aproximaba. Como un niño cerré los ojos e ingrese hasta lo profundo
de esa bodega, atravesé una puerta y ya no existía tal ruido.
Abrí los ojos; una maquina, una bola, una
especie de cristal gigante con tubos que fijaban al piso se mostro ante mi;
pero esta máquina no duro mucho tiempo ahí, unas imágenes se empezaban a formar
dentro de aquella bola, sonidos empezaron a brotar, imágenes y sonidos muy
raros, fue cuando entendí aquel sonido, aquellas imágenes del porque me eran familiares.
Mi más grande miedo personificado frente a mí,
el terror en mis ojos, trate ocultar mi vista con mis manos, pero los ruidos se
intensificaron, el tic tac ensordecedor como de un reloj, la desesperación hizo
que golpeara mis orejas, quería perder todo sentido del oído.
No podía pararlo, mis gritos se ahogaban,
mis fuerzas se perdían, no podía detener aquello, todo era culpa de esa máquina,
todo era culpa de esa máquina, la monstruosidad que habían creado; tome dos lápices
que encontré en un escritorio y los clave a mis oídos, estos empezaron a
sangrar, chorros de sangre recorrían las mejillas, trate correr, pero aun
estando sordo, escuchaba el sonido, maldito ruido no paraba, y me tire al piso,
indefenso, inmóvil, ensangrentado.
No sé cómo me encontraron, no sé como llegue aquí al hospital, pero me
dicen que cuando me encontró aquel hombre, no había maquina ni doctor, que todo
desapareció, dicen que fue producto del estrés; que los aullidos, los
graznidos, y aquellos cuerpos que brotaban, todo lo invente.
Pero en las noches cuanto trato de dormir,
cierro los ojos y el sonido regresa, el horror regresa, y mis oídos sangran
otra vez.
Comentarios
Publicar un comentario